El trabajo desde una perspectiva de género. Prof. Sheila Tarde

“La mujer debe obediencia, es lo propio de su estado, con su consejo basta, es libre de otra responsabilidad y queda en exclusividad para los quehaceres domésticos…” Tristán Narvaja. Siglo XX.

 

La división sexual del trabajo

Nos gusta creer que vivimos en una sociedad igualitaria en la que hombres y mujeres tienen las mismas oportunidades de acceso a los bienes económicos y sociales. Pero las investigaciones realizadas por la Facultad de Ciencias Sociales demuestran que no es así.

La concepción de género que impera en nuestra sociedad establece que el ámbito doméstico generalmente es ocupado por la mujer, y las actividades productivas (trabajo remunerado) en el exterior del hogar son realizadas mayoritariamente por los hombres. Esta división sexual del trabajo ha sido modificada en las últimas décadas, cada vez más las mujeres ocupan lugares de trabajo que tradicionalmente fueron ocupados por hombres.

A diferencia del trabajo productivo, que mayoritariamente se realiza fuera del hogar y con una carga determinada de horas, el trabajo doméstico y el cuidado de los niños deben realizarse todos los días a lo largo de toda la vida. Demanda una gran carga horaria y requiere múltiples actividades por parte de quien lo realiza. Una diferencia sustancial que tiene con el trabajo productivo es que no es remunerado.

La socióloga uruguaya Rosario Aguirre se ha dedicado a investigar este tema, estableciendo cuatro tipos de trabajo no remunerado:

a-    De subsistencia: incluye producción de bienes de uso para el hogar, vestimenta, calzado, conservación de carnes, construcción, mantenimiento e infraestructura básica de la vivienda.

b-    Doméstico: incluye tareas como hacer las compras, cocinar, limpiar, lavar, planchar, cuidar mascotas y plantas, tareas de gestión como pagar cuentas, hacer trámites y los desplazamientos necesarios para hacerlas.

c-    Cuidados familiares: cuidar niños, ancianos y enfermos. EL cuidado de los niños incluye jugar, llevarlos a pasear, ayudarlos en los deberes, socializarlos. El cuidado de los enfermos abarca atención de necesidades fisiológicas, médicas y sociales.

d-    Voluntario: es definido como “la acción de interés general desarrollada por personas físicas con carácter altruista y solidario, sin obligación jurídica…”

Considerando que en nuestra sociedad la realización mayoritaria de todas estas tareas se le adjudican a la mujer, nos preguntamos  ¿cómo afecta esta carga de trabajo no remunerado en su elección de vida?, ¿la mujer uruguaya es libre para elegir en que trabajar?, ¿si decide tener un trabajo no remunerado cómo la afecta en el cumplimiento de su trabajo no remunerado?

Para ayudarnos a responder estas preguntas recurrimos a las “Encuestas sobre Uso del Tiempo” que se han realizado en toda América Latina para conocer empíricamente la realidad de los hogares. Los datos que nos arrojan son esclarecedores y nos permiten conocer estas conclusiones, que son válidas para todos los países de nuestra América Latina, aunque existen matices en cada sociedad:

-la carga global de trabajo de la mujer es mayor que la del hombre.

-los hombres dedican menos tiempo a las tareas domésticas y al cuidado de los niños.

-las mujeres dedican más del doble de tiempo semanal que los varones al cuidado de los niños y otros miembros del hogar.

-la jornada de trabajo total de las mujeres dedicada a las labores no remuneradas y remuneradas es mayor que la de los varones.

-cuando las mujeres trabajan fuera del hogar, la distribución de las tareas domésticas sigue recayendo mayoritariamente sobre ellas.

 

 

En Uruguay las investigadoras Aguirre y Batthyány realizaron una encuesta en Montevideo y zona metropolitana que arrojó los siguientes resultados:

-84% de las responsables de las tareas del hogar son mujeres.

-de ese 84%, el 32% tienen empleos que les demandan 30 o más horas de trabajo semanales.

-El promedio de horas semanales que insumen las tareas domésticas es de 47 horas, existen importantes diferencias si el encargado de esas tareas es una varón o una mujer. Si los hombres están casados dedican solo 14 horas y las mujeres casadas 54 horas. Si los hombres viven solos dedican 30 horas, las mujeres solas 29 horas.

Queda así evidente la asignación cultural que nuestra sociedad realiza, “las tareas domésticas siguen siendo cosa de mujeres”.

Un capítulo aparte merecen las retribuciones que reciben hombres y mujeres por la misma tarea. En 1997 las mujeres percibían el equivalente al 63% del ingreso de los hombres, en 2011 las mujeres percibían el 79% de los ingresos de los varones. Aunque ha habido una evolución, sigue existiendo  una diferencia que marca la desigualdad. A esto debería sumarse el hecho de la mayor preparación académica que tienen las mujeres, las últimas cifras demuestran que egresan más del doble de mujeres que hombres en formaciones universitarias. Resulta irónico que aunque estén más preparadas las mujeres sigan recibiendo una menor remuneración por la misma tarea.

Estas investigaciones nos muestran que continúa vigente la visión tradicional de la división sexual del trabajo. La mujer ha visto incrementada su jornada de trabajo, se ha recargado al incorporar el trabajo remunerado a las tareas que realizaba sin remuneración. El hombre no ha asumido de forma equivalente la corresponsabilidad de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos.  Esto genera la reproducción de las desigualdades socioeconómicas y de género.

Fuente:

El Uruguay desde la Sociología

Marrero, A. (2006) Introducción a la Sociología. F.C.U. Montevideo.

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